Que yo también he memorizado su numero de telefono pero también el numero de sus escalones y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías. Que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores, y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).
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